En una mañana cualquiera, el primer aroma es a pan recién hecho y a persianas que suben. Las calles despiertan con la cadencia de siempre, pero con un detalle nuevo: en los escaparates de España han empezado a aparecer pequeñas pegatinas con un mismo nombre. Fidelimap. No es la irrupción ruidosa de otra aplicación más, sino la señal discreta de algo que lleva tiempo gestándose: una tecnología con alma que propone una idea tan simple como poderosa: cada compra en el barrio cuenta.
La idea fuerza
A ojos de quien la observa, Fidelimap se comporta como un mapa vivo de comercios cercanos y verificados. A cada visita, el usuario suma puntos que puede canjear por premios reales. A cada compra, el negocio gana visibilidad y empuja a que el cliente regrese. La relación es directa, casi de barra de mostrador: sin introducir datos de pago en la app y con contacto por WhatsApp cuando hace falta hablar, preguntar o acordar.
Para quien compra es una experiencia sencilla, humana y transparente. Para quien vende, una forma de fidelizar sin complicarse y de competir con herramientas a la altura del tiempo. Para la ciudad, un pulso que se mantiene.
Origen: la chispa
La fotografía previa era conocida: comercios de barrio con historias que contar, atrapados entre la inercia de lo cotidiano y la presión de gigantes digitales. Demasiado ruido, demasiadas plataformas, poca cercanía. En ese hueco empieza a dibujarse Fidelimap. La propuesta no nace de una obsesión por la tecnología, sino de una convicción: las herramientas deben unir a personas y negocios, no interponerse entre ellos.
En la práctica, la solución empieza por el principio: verificar que los negocios existen y que la experiencia que ofrecen es real. Después, reducir fricciones: no se piden datos de pago dentro de la app; el acuerdo se mantiene entre cliente y tienda. Por último, premiar la fidelidad con un sistema de puntos claro, que no se esconde tras sorteos ni letra pequeña.
Cómo funciona (contado en dos orillas)
Desde el lado del usuario
Quien abre Fidelimap encuentra la posibilidad de ver negocios por categorías o desde un mapa sencillo y visual, con filtros. Puede consultar perfiles de negocios verificados —ningún establecimiento puede registrarse por sí solo; se comprueba que es un negocio real con al menos un punto físico abierto al público—. También puede leer opiniones de clientes reales; lo sabemos porque, para poder opinar, una persona necesita acumular al menos 20 puntos en ese negocio, garantía de que ha sido cliente físico en ese establecimiento.
Sumar puntos es sencillo. El usuario pulsa en el establecimiento en el que quiere “ser cliente” y, en el momento en que reserve por la app o compre/consuma en el negocio, sumará puntos en función de lo gastado. En cada perfil aparecen claramente los premios y los puntos necesarios. Los puntos pueden guardarse hasta alcanzar el canje que interese.
Dentro de la aplicación también se descubren ofertas y productos/servicios que pueden reservarse sin introducir datos bancarios ni efectuar pagos desde la app. Además, es posible contactar directamente con los negocios, ver sus redes sociales y web, y acceder a información adicional. [descargar la app].
Desde el lado del comercio
El negocio que se da de alta descubre un panel único, muy sencillo, pero con todas las funcionalidades necesarias para fidelizar y vender más.
Puede crear productos, ofertas, premios y novedades; enviar notificaciones push; recibir encuestas de satisfacción; leer y comentar opiniones; gestionar pedidos… y muchas herramientas más que irán incorporándose con un objetivo: ayudar a que los clientes vuelvan. No hay manuales interminables ni requisitos técnicos. Lo importante es lo importante: vender más y mejor, con cercanía. Para formar parte, basta con [dar de alta tu comercio].
Somos barrio
La principal misión de Fidelimap es no dejar que mueran los negocios locales, porque son la vida y el alma de un barrio. Las zonas que pierden negocios se vuelven mas sombrías y peligrosas, la gente ya no tiene ganas de pasear en esas calles y los barrios se apagan poco a poco.
Ahora la historia puede cambiar si todos ponemos nuestro granito de arena para que no se apaguen los barrios.